El umbral está en la última Vieira de Grau, al lado del camino principal, asfaltado. La vieira indica a la izquierda, entre dos casas viejas que forman una calleja angosta, que esciende por el cerro.
Camino, y el espacio cambia... No hay ruido de vehículos, sólo aroma de manzanss y el tintinear permanente de cencerros y cencerros...
Llegando a espacios pavimentados, las vieiras son menos seguidas... Sigo por una huella, y de pronto oigo "¡Dé la vuelta, que va mal!" veo a unos 300 metros una casa, de donde se supone viene la voz, pero no veo a nadie. Grito "¿Es por allá?"
- ¡De la vuelta, que va mal! ¿Va a Santiago? Cruce el puente y siga arriba, derecho hacia arriba, que no hay pierdo...

Ese ¿Va a Santiago? Fue tan claro... Estoy a cientos de kms de Santiago, y es verdad que uno ya es parte de una ruta. La señora me gritaba desde el segundo piso de su casa en la ladera de la colina...

Sigo sus intrucciones, y encauso el rumbo siguiendo las vieiras, que en el camino rural son mas claras.

El camino es ascenso constante.
La gente saluda amable. Una señora camina dificultosa ayudada con dos bastones. Me dice que "no tiene pierdo para Cabruñana". Seguir la huella hasta el cruce de caminos, y de ahí tomar la derecha.
El cruce de caminos está llegando al Santuario del Fresno donde me detengo a tomar agua, y comer un par de pasteles de los que me dio Yerko. Son salvadores, y siento que el alma me vuelve al cuerpo... La subida ha sido dura. Sigo las instrucciones para llegar a Cabruñana, el nuevo albergue, que se sale del camino pero me acerca a Salas para mi segundo día.

Pido las llaves en el restorán Ana, a un caballero de bigotes, muy seco, al inicio pero amable al fin... El albergue es enorme, y estoy solo. Duermo un rato, y a las 8 voy al restoran y pido una sopa, gigante, de gambas y un cangrejo (o algo así).

Un baño, y a la cama.