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Dejo Escocia con ganas de volver en algún momento. Vuelo a Dublín, otro de los objetivos de mi adolescencia: lugar de duendes y tréboles...
En el aeropuerto, nuevamente el stress de pasar por el control. Ahí, otra vez la contradicción estúpida de que no te dejan pasar con una bolsita de jugo, porque puede ser peligroso, pero en el Dutty Free puedo comprar cualquier botella de vidrio que no es problema de llevar en el avión. Los gringos y sus absurdas paranoias y negociados se han comido a todo el mundo.
Un vuelo corto, y llego a Irlanda.
Dublin es un desorden. Y tiene algo de Santiago... No las mejores partes, por cierto. Es como caminar por la Estación Mapocho y sus alrededores. Como si ese espacio solamente se convirtiera en una completa ciudad, multipicándose sobre sí misma. Es mas sucio y menos cuidado que cualquier otra ciudad en la que haya caminado en el viaje.
No es un lugar que te de una bienvenida fácil. La gente no es muy amable, y los hostales son más caros que en otros lados, y ofrecen menos comodidades. Pregunto en unos tres lugares, y en todos me explican que por la hora no me pueden mostrar la habitación, y que tengo que pagarla para reservarla. A confiar nomás. Hasta la feha no he tenido ningún problema en otros lados, y no tendría por qué tener problemas acá.
Por optar por alguno, tomo la peor opción. Obviamente me doy cuenta cuando vuelvo en la tarde, y ya está todo hecho. La habitación huele mal, no le llega luz, tiene un baño sucio, las camas ni siquiera están hechas, las sábanas no están limpias (se nota), y todo el cuarticho es compartido con especímenes rarísimos. Hay una mujer que estoy seguro que es bruja. Habla un idioma que no es nada que pueda reconocer, pero con palabras en inglés, se viste como con estropajos uno encima de otro, y está con alguien o "algo" en la misma cama, que la tiene tapada entera con mantas, paños, estropajos y otros, formando como un cuarto propio. La saludo, u me salida con una mezcla entre miedo, rareza y amenaza...
Me digo, es una sola noche... Es una sola noche. Pongo mi saco de dormir sobre las mantas que me parecen levemente más limpias, e intento dormir. La mujer habla bajo y canta extrañas canciones toda la noche.
No niego que estoy algo asustado. Pero bueno... Bienvenido a Dublin.
A la mañana siguiente tomo todas mis cosas, y huyo antes que den las 8°°. La mujer de la recepción me dice algo que no logro entender (el inglés de ella es terrible, o su acento espantoso) pero no es agradable. Yo le respondo que es el peor lugar que he estado. Ella me dice que ella solo trabaja acá, y que "f***you". A mi se me sale la indiada, y "f***you tú..." y añoro saber más garabatos en inglés. Me alejo con un "Kiñe Ñuke Mari Chao", y hago resoplar la puerta que habían estado arreglando todo el día anterior.
Bienvenido a Dublin y los Dublinenses.
Con el mal sabor de boca, al fin encuentro un lugar digno y claramente mejor... Y decido que lo ocurrido no me va a amagar mi paso por Irlanda. Entro en un local, me pido una guinnes, y trato de borrar la hiel.
No es fácil, pero hay que ver que la guinnes ayuda. Y bastante.
Entro a las iglesias... La Catedral de Saint Patrick, Patrono de Irlanda, está bien, pero no me mata para nada... El piso que tiene, eso sí, es una maravilla de colores.
El museo arqueológico tiene piezas interesantes... Pero la verdad es me pareció un esfuerzo para recuperar una grandeza que ya no existe... Hay un cómo valorarse, que me parece muy distante de lo que es Dublin. Son cosas que no pegan ni juntan. De veras Dublin no fue algo que me cautivara. El ver a gente joven robando a un anciano y salían corriendo (un dublinense, nadie extranjero)... o sentir que habian calles donde era mejor ni asomarse, no ayudaron a mejorar mi imagen de esa triste ciudad.
Doy vuelta por las calles, hay muchas tiendas de souvenirs, pero Irlanda vende algo que ahora no es. Vende duendes, ollas de oro y mucho verde. Dublin no es nada de eso. Posiblemente esto sea así en las partes más rurales de irlanda... Pero Dublin está viejo, cansado, gris, sucio y algo decadente.
¿Qué se salva de Dublín? Los bares. Aunque no son como lo que uno conoce como "pub irlandés". De hecho, me pareció que sólo habían "pubs irlandeses" fuera de Irlanda.
En Irlanda hay bares, y funcionan como bares. Pero lo que tiene de bueno es que entra un abanico de gente enorme. Es como un lugar familiar. Está el viejo curagüilla en la mesa de la esquina; están los parroquianos en la barra que juegan dominó; está el que llega, pide su "pint of beer"; lo toma y se va, y también están las señoras que vienen con sus amigas a tomarse su cerveza. Vi a una viejita que pidió si "pint" bromeó con el cantinero y se fue tan feliz como entró... El bar es el único lugar que mantiene esa cosa viva y fresca en Dublin.
Estoy sentado en la barra de un bar. Las guinnes corren y se sirven una tras otra.. La espuma de la cerveza es fina, densa y de un color oscuro... Para servirla es necesario hacer dos tandas, llenarla hasta la mitad, donde se genera un torbellino de líquido y espuma de color caramelo, que se mueve incesante. Reposa unos minutos, y viene la segunda llenada, casi matemática, formando una capa de espuma de medio cm. que llega justo hasta el borde del copón casi rebalsándola, pero que se detiene en el intento, levemente sobrepasando el vidrio. El cantinero las mueve rápido con la seguridad de aquel que ya no es conciente de que lo que hace es casi imposible, y la espuma bloquea a la cerveza y no se derrama ni una gota, pese a que juega constantemente en el borde del vidrio como diciendo "Me voy a caer... Me voy a caer..."
Densa y fina, la espuma es el tesoro.
Sube al escenario un cabro joven, pelo largo, barba... Parece como si lo hubiesen sacado de Gomez Millas. Mueve el micrófono y saca su guitarra. Hasta me parece que va a cantar Silvio o algo así. Dice unas frases breves en ingles y comienza a tocar. No es Silvio, por cierto, sino algo medio Country y medio local... Bueno para escuchar y conversar.
Las cervezas van y vienen... Y de pronto me siento como años atrás, en Bellavista... En la barra del bar escuchando la guitarra, y el murmullo de los parroquianos en la noche.
Si. Los bares salvan a Dublin.
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