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Empezamos temprano. A las 8 ya estábamos en camino.
Yo salí antes que Yurena. Porque tuve que mandar un correo aprovechando el wifi de un local.
Cuando me encaminé hacia el casco histórico, para empezar la jornada, una mujer me mira sonriente y saluda "buen camino".
- gracias - Le respondo. El sentimiento de recibir ese saludo es extraño. No es un "buenos días". Ni tampoco es un "buen viaje". Es como ser parte de algo más antiguo. Un juego viejísimo al que juegan todos, que ha estado allí desde antes que nacieran y del que uno es una pieza. Ellos se quedan, y nos ven pasar... Y digo nosotros, porque hacer el camino que está trazado es un caminar colectivo, aunque se haga solo... Alguien lo hizo antes que uno, alguien lo hará después. Uno sigue las huellas de otros. Las huellas que dejes guiarán a los siguientes.
Recibir un "buen camino" es como recibir un "que tengas buena vida". No es sólo el viaje. El camino, lo que queda de ti en él, y él mismo, es lo importante. Un buen viaje es un momento que va pasando con uno. Un buen camino es un lugar que queda.
Me encuentro con Yurena en el crucero frente a la Iglesia. Es una cruz moderna, al parecer, pero tallada con un aire antiguo. Por un lado el Cristo crucificado mira a la Iglesia. Por el otro lado, Santiago Peregrino mira el valle desde lo alto. Me quedo con este segundo lado. Tiene ese estilo compacto medieval medio tosco que me atrae, como el cristo de San Salvador en Oviedo.
Comenzamos el largo trayecto saliendo de Tineo por una calle que asciende hacia los montes. Me sorprende ver chanchos en los garajes, y vacas en los patios mientras de a poco vamos dejando atrás la ciudad.
El día lleno de nubes nos muestra su mejor cara, con rayos de sol que traspasan las nubes grises dando manchas de color en los cerros verdes. El camino avanza por una subida empinada y larga, pero entre paisaje y conversa se nos pasa sin mayores complicaciones. Pelando a los políticos, una subida complicada se ve como un llano... Una conversa así siempre pone las cosas en perspectiva: Nada peor que los políticos.
El camino transcurre en esa subida constante, hasta que cruzamos la carretera. Luego viene una larga bajada por un sendero similar, lleno de robles y castaños. Los frutos del castaño regados en el piso por miles... Un murito de unos 60 cms de altura, pero eternamente largo nos acompaña a nuestra izquierda, al lado de la ladera que desciende. Me pregunto quién habrá hecho ese muro, y con qué sentido... Parece antiquísimo, no se acaba, y no parece tener otro sentido que el de acompañar en el sendero
El camino nos lleva a un cruce de rutas: una sigue el camino de Santiago, y la otra se desvía unos 500 mts a Obona, un monasterio del siglo VIII, abandonado. Obviamente desviamos un momento del camino para ver el monasterio.
Obona es un lugar que conmueve. Hay partes restauradas, y otras a muy mal traer... Pero en general el lugar resuma una vejez hermosa, una antigua dignidad cibierta con enredaderas secas, y un trabajo humano de esos que se saben a pulso... Hay ladrillos de piedra con la marca del cantero que las hizo... Hay signos carcomidos por el tiempo... Es un lugar magistral.
Fue fundado en 780 por Adelgaster, hijo ilegítimo del Rey Silo, según dice el cartel con la explicación. En nombre posiblemente viene de "Au bona", agua buena, que era una característica del Valle.
Retomamos el Camino hacia Santiago, y en un ascenso y descenso por el bosque de castaños, llegamos a la carretera, donde los próximos kms nos llevan a Campiello, lugar del que Don Juan de Pola de Sierra nos había dicho que debíamos ir al negocio (bar-tienda) de Herminia, y pedir unos chorizos.
Entramos al bar de Herminia (porque al frente hay otro bar-tienda, de iguales características, de un primo de Herminia, con quien son enemigos acérrimos). Ella (Herminia, supongo) nos saluda amablemente, y con un "¿qué os habéis hecho?" nos da a entender que somos pocos los peregrinos que andamos en camino en estas fechas. Dice que en Agosto o Julio la carretera está llena de "nosotros"... Pero en estas fechas ya no, aunque el tiempo nos ha acompañado.
- a estas alturas de noviembre esto ya está todo nevado- nos alienta...
Comemos una frugal empanada de bonito (aquí les llaman "empanadas" a un pastel salado y tapado, y se come en porciones. Lo que nosotros llamamos "empanadas" aquí serían "empanadillas").
Después de comer, seguimos el sendero, que sigue en una leve pero constante subida por la carretera.
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