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Frío. Tremendo frío en esa mañana de San Francisco. La entrada a SF la mañana del domingo fue de esas imágenes imborrables dotadas de una sabor dulzón, como una taza de café con leche calentito con varias de azúcar que uno va saboreando ya al verla, que continúa por su inconfundible aroma y que despacio saborea el paladar. Cruzar el Bay Bridge y ver todos esos edificios enormes y toda la bahía fue precioso, presagio de que SF sería una ciudad mucho más disfrutable que LA. Habíamos viajado toda la noche en el GreyHound y la verdad que queríamos llegar cuanto antes a la Casa de David (sí, otro Mexicano!), nuestro nuevo couchsurfer, para poder bañarnos, desayunar y salir al ruedo. Al principio parecía una tarea difícil dado que nadie parecía conocer los ómnibus que google maps nos indicaba, informaciones cruzadas, malhumores tempraneros y el frio, mucho frio. Lo cierto es que después de embocarle al ómnibus rumbeamos camino al distrito de la Marina, un barrio sobre la bahía de SF pegadito al parque del Presidio, lugar donde Clinton determino que muchas barracas y predios militares que se establecieron alli por más de 200 años, se reconvirtieran en parques nacionales. Its the economy stupid! Punto para Bill.
El mal humor se esfumaba a medida que avanzábamos en nuestro caminar por la Bay Street. Aquel barrio era de película. Las casas de dos plantas cual Barbie's neighborhood, de colores pastel, con sus hermosos y bien arreglados jardines, denotando la mano experta de jardineros no siempre bien pagos. La brisa fría que llegaba desde la bahía nos sugería un abriguito, lo que en términos de Tania significa una remera de licra manga larga por debajo, un buzo de abrigo, una campera bien dotada para los crudos inviernos, una bufanda y medias can-can por debajo del grueso pantalón. "Me faltaron los guantes che", sentenció mi compañera de viaje.
Yerba Buena, nombre con el cual el tocayo de mi viejo pero de apellido Richardson bautizó a San Francisco en el 1835, es hoy una de las ciudades más densamente poblada de todo Estados Unidos. Este pedazo de tierra, península, bahía, puerto, montanas y mar fueron objeto de incontables batallas entre los hombres blancos, olvidando casi siempre a los pobladores que durante siglos y siglos habian sido dignos del goce original de la madre natura. Los Olhone fueron testigos de como la Yerba buena paso de ser su disfrute a manos de los colonizadores españoles, para luego ser parte del territorio del recién independizado México, para finalmente ser reclamado y anexado a los Estados Unidos de Norte America.
David un genio. Un tipo bastante tímido que no se expresa demasiado, pero super humilde y dulce. Enseguida después de instalarnos salimos a caminar y nos encontramos con que estábamos a tan sólo unas cuadras de "la llave a la costa Pacífica entera", el lugar donde el océano Pacífico y la Bahia de SF se hacen uno. Desde allí se divisaba de cerca el Golden Gate Bridge, soberbio en todo su esplendor uniendo ambos lados de SF de Norte a Sur y de Sur a Norte. El frío se hacía sentir bastante más que en LA, el "fog", neblina casi permanente en esta época del año le daban un aspecto novelesco a la vista sobre la isla de Alcatraz, donde la que alguna vez fue la cárcel con mayor seguridad de todo el pais hoy descansa en su siesta eterna. De todos modos nos calentamos con un matecito y seguimos caminando leyendo un poco sobre la historia de SF recorrendo Crissy Field.
Al mediodía habíamos quedado de encontrarnos con Mónica, una señora que es uruguaya, tía de Marcela la esposa del Lolo el primo de Juani, a la que habíamos contactado estando en mdeo. Ella nos respondió enseguida y quedamos de encontrarnos para recorrer un poco la ciudad juntos. A las 12.00 estábamos en el punto de encuentro, el Palace of Fine Arts, un lugar increíble con una estructura enorme de piedra caliza color ocre, con fuentes y grandes jarrones de estilo romano que deslumbran con su belleza sobre el estanque que los llena de luz tras el reflejo del sol en el agua mansa. El tema era que le habíamos dicho ese lugar a Mónica para encontrarnos, pero no sabíamos que era tan grande, por lo cual después de 10 minutos de buscarnos y cuando pensamos que sería dificilísimo encontrarnos, sentimos una bocina y vimos una persona que nos hacía señas. Era la Mónica! La hija de un Banchero liberal y nieta de un comunista de esos bien duros. La que estudio medicina en Uruguay y se enamoro de SF primero para enamorarse de un norteamercano judio y escultor despues. Mónica es sin duda una persona que tampoco olvidaremos en el viaje, una divina total! Nos recogió con su camioneta y nos quería llevar a recorrer toda la ciudad…y más. Empezamos por conocer el Fortin "La Punta". Sus paredones impenetrables de ladrillos macizos habian sido levantados durante la guerra civil y se creia que seria un lugar estrategicamente clave en la salida y entrada desde el Pacifico a la Bahia de SF. Colmado de barracas militares, la fortaleza tambien cuenta con su propio cementerio. Lo que una vez se construyo como base durante la guerra civil, luego se utilizo como refugio ante las invasiones extranjeras, para pasar a ser pieza clave en la guerra del Pacifico durante la segunda Guerra Mundial, siendo la base de operaciones en la construccion del propio Golden Gate posteriormente.
Luego de dar unas vueltas por allí, atravesamos el Golden Gate hacia el lado Norte de la Bahia, lo que le llaman Marine County. De ahi nos fuimos rumbo a Sausalito, un pequeño pueblo a orillas de lo que seria la entrada a la Bahia de Richardson. Aca nos encontramos con ese EEUU que tal vez mas conocido teniamos, el de los gringos que no hablan español, el de los 25 dólares por una hamburguesa, el de las plazas bien arregladitas y el de la risita acompañada de un ice cream. Thanks, but not for us.
No ha de extrañarte que el poblado industrial de la zona se llame Vallejo. Si, ese apellido bien latino, bien chicano, bien de mano con callos, bien de sudor en la frente y jornada de sol a sol, es el nombre para una de las localidades donde miles de latinos cambian su fuerza laboral por salarios apenas vastos como para asegurar su reproducción.
Recorriendo los caminos al norte del Golden Gate uno siente la diferencia de temperatura con respecto al sur. Casi 30ºF hacen una diferencia ya considerable, al menos para la Tati que ya se saco la bufanda. Desde la ruta se ve la Tambapaye. La princesa durmiente que los pobladores originales describieron para hacer de esta su casa. Paseo por Tiburon, donde el finado Robin Williams solia bicicletear, por Mild Valley, donde la nunca finada Isabel Allende disfruta de las regalías que sus cada vez más frecuentes libros le dejan. Entre tanto Glamour y sobre la costa de agua clara, se posa una de las cárceles más controversiales de todo EEUU. El presidio de San Quintin, es un establecimiento de máxima seguridad en donde oscuros personajes como Charles Manson pasan sus dias a la sombra. Sentenciados a muerte de un lado del paredón y manifestantes contra la pena de muerte del otro, hacen de este sitio un bastion particular del ser por el ser en medio de tanta riqueza.
Siguiendo el camino, nos fuimos rumbo a Sonoma Valley, una zona de granjas en donde los viñedos crecen entre los terrenos secos caracteristicos del valle californiano. A Monica le hace acordar a las sierras de Maoma en ese Uruguay tan lejano y tan presente en cada expresión idiosincratica que intercambiabamos. Entre los viñedos, unos aparatos grandes, parecidos a molinos de viento, se levantan cada 10 filas. Estos no son molinos sino ventiladores. En las mañanas frias evitan que las heladas, frecuentes en el valle, permanezcan sobre las plantas de vid. Llegamos al Napa Valley. Donde los mejores viñedos saben distenderse a lo largo de todo el valle y degustadores de vinos de todo el mundo se dan una vuelta para fotografiarse unos a otros entre construcciones modernas que buscan parecerse a las viejas bodegas de la Toscana italiana. Fake. La Moni nos llevo a una de estas pintorescas bodegas. El Rancho y su decorado rustico con aberturas de roble, pisos de piedra y ceramica, paredes de granito y piedra tallada. Los grandes ventanales enmarcados en roble y con arreglos de metal. Aquel jardin interior con un arbolito de olivo en el centro. Los barriles de la bodega y la puerta a la belleza terrenal de las plantas de vid. Desde la torre más alta se ve todo el valle. Los verdes campos, los arroyos, las terrazas y el sol. Un espectaculo de Sur a Norte, por toda la Highway 29 y Silverado Road, "la Broadway de los vinos".
Recorrimos el camino Real, hoy marcado con campanas de bronce, por donde los misioneros evangelizaban a los pobladores, trayendoles un dios que no era uno de los suyos y que lucia hambriento sobre una cruz de madera.
A la gente en SF le gusta las etiquetas. Por eso la ciudad se divide en distritos que más allá de su nombre oficial, están caratulados por alguna particularidad. Por lo tanto tenemos al Pacific Heights donde viven los ricos, La Mision donde vive los Chicanos, El Castro donde viven los Putos, Tenderloy donde viven los drogadictos y otros enfermos, el Haight Ashbury donde viven los hippies, en Japantown viven los Japoneses que al final de la segunda guerra mundial mandaron a campos de concentración, y en Chinatown viven a qué no saben quiénes. Nada es para siempre. Mucho menos las etiquetas. Lo que hasta ahora ha sido el barrio de los Latinos poco a poco se ha ido convirtiendo en el lugar elegido para vivir por los hipsters. Lo que alguna vez, durante los 60, fue el lugar elegido por aquellas grandes comunidades embanderadas con los simbolos de la paloma blanca y la antiguerra, hoy pareciera ser solo otro centro comercial donde uno compra y vende en paz. Hasta ese guetto urbano esta ahora cambiando. Tweeter acaba de comprar un edificio entre la miseria de San Francisco y movera su centro de operaciones a ese marginado barrio. La condicion es que la millonaria empresa realice generosas contribuciones a la zona, apostando a su desarrollo. Se estima que 5 millones de estadounidenses se duermen sin una cena. Supongo que muchas de estas familias empobrecidas que se van a la cama sin cena, deberán empezar a buscar otro lugar donde vivir, porque lo que el capitalismo entiende por desarrollo necesariamente conlleva a la exclusión, al desplazamiento y la marginalidad. No creo que uno pueda definir cambio social en sólo 140 caracteres. El proceso de gentrificación que SF ha sufrido sigue profundizando sus causas y sus efectos. Mientras que el Silicon Valley sigue atrayendo mano de obra calificada de distintas partes del mundo, con altos ingresos que generan un creciente costo de vida para los habitantes de la ciudad, muchas familias ya no pueden pagar el alto precio de vivir en SF y pareciera ser que la exclusión social es cada vez más uno de los resultados del boom tecnológico.
El segundo día en San Francisco comenzo con la compra de pasajes para la Rosario y el William que al igual que la Marisa nos visitaran en Turquia y Grecia. Salimos un poco tarde, a eso de las 10 am, dando vueltas por la casa con la compania del Fausto, ese curioso Gatito negro que desde hace tres meses es el concubino de David.
Luego de caminar por la linda rambla de San Francisco camino a la "The Fisherman's Warf" nos dimos a la primer parada en la pintoresca Plaza de Ghirardelli. A finales del siglo XIX unos tanos, como tantos en Uruguay, compraron una vieja fábrica de lanas y la convirtieron en una planta productora de Mostaza y Cocoa. Hoy es una especie de Centro comercial ubicado detrás del Parque Nacional de la Historia de la Marina. Desde principios del siglo pasado, la principal atracción de este lugar sigue siendo el delicioso chocolate que allí se consigue.
Subiendo por la muy empinada (pero muuuuy empinada) Hyde St llegamos a la calle Lombar, lugar donde un famosísisimo lugar de SF nos esperaba. Varias personas nos habían recomendado aquel lugar tan famoso que baja en curvas con flores a ambos lados. Nada muy interesante, ni las curvas ni las flores que no vimos.
Continuamos de bajadas y subidas hasta el Telegraph Hill. Allí visitamos la Coit Tower, torre emblema de la ciudad por varios motivos. No es que sea nada espectacular a la vista su estructura de torre pero recuerda la unidad de los ciudadanos ante la adversidad, el voluntarismo en su mejor expresión y sobre todo la solidaridad ante la crisis. Al interior se encuentran murales que fueran creados por varios artistas plásticos durante la Gran Depresión. The New Deal Art Project fue una forma de impulsar y promover propuestas artísticas durante la crisis que explotara en el 29'. Para orgullo de Keynes, los convulsivos murales reflejaban la vida en California. Las fábricas, las noticias, la biblioteca, la vida en la ciudad y el campo. Esos murales me trajeron una lluvia de recuerdos, otras crisis, otros tiempos. El barrio obrero en donde crecí guarda el eco de la debacle entre sus pasillos. Otros murales se pintaron delante mis ojos. El mural de mis viejos y sus mil malabares para criar a tres botijas, el olor del carrito de chorizos y mis hermanos y yo durmiéndonos entre las bolsas de pan, el mural de los padres de mis amigos del barrio yendo en fila al seguro de paro, el mural del club del trueque de la capilla, el mural de las ollas populares, el mural de la leche en polvo en la escuela, el mural de los días de asignación, el mural de la cocoa barata en subsistencia.
Nos quedamos sin hacer el tour en Alcatráz, se necesita hacer una reserva con tiempo dada la gran demanda existente. No es uno de nuestros fuertes, así que marchamos.
El recorrido urbano nos llevó hasta "The Mission", más conocida como "la Misión". Un barrio que originalmente fue territorio de Chicanos y otros inmigrantes, en el que hoy la figura hipster se mueve cómodamente entre sus calles. Aquel pasaje de murales callejeros impactaba, desde la Mission St. hasta la Valencia St. todito a lo largo de la Clairon St. Varios de los murales reclaman las calles y la necesidad de expresar la orientación sexual de cada uno de la manera que mejor le plazca. La calle Mission reúne a los latinos mientras la Valencia hace lo mismo con los hipsters. Mismo barrio, dos calles paralelas. Otros dos mundos juntos que no se tocan.
Caminamos por la 19th a través del Dolores Park hasta el Castro. Este barrio, identificado como el barrio gay, es símbolo de lucha por el reconocimiento de derechos civiles, la libertad de expresión y el simple goce de la sexualidad. Era excitante recorrer aquellas pocas cuadras por todo el contenido reivindicativo que aquello supo tener. Sí, digo "supo tener" y no "tiene" dado que el viejo modelo de producción que moldea nuestro cotidiano ser en sociedad, viento frío que se cuela por las rendijas de cualquier puerta, también se instaló en el Castro. Yendo desde la 20th hasta la 17th uno puede ver como aquella bandera multicolor, estandarte del deseo colectivo, la libertad, la solidaridad y brazo levantado, hoy no es más que un adorno que forma parte del decorado de cada una de las tiendas que intentan venderte algo. La opción sexual transformada en una mercancía, un comodity que se comercializa a precio de mercado. Como me pasó en las pirámides egipcias, en las playas del Ecuador o en EuroDisney, aquí en el Casto el amor por otro ser, sin importar su sexo, también es parte de esto que se compra y se vende. De todas formas, los muñequitos en la ventana de una casa cualquiera se llevaron la nota. Una fila de aproximadamente 25 Kens levantaban carteles conmemorando los días no tan lejanos en los que el nudismo también era parte del Castro.
Esa noche cenamos con David y decidimos, como es aún nuestra costumbre, salir justísimos de tiempo. Debíamos tomarnos el último bus local disponible para llegar a tiempo a la estación de Autobuses que nos llevaría de vuelta a Los Ángeles para poder tomar el vuelo a Tokio. Sin embargo, además de no manejar muy bien los tiempos, no tuvimos en cuenta que debíamos tener cambio para pagar el bus local. Saliendo de la estación de servicios en dónde conseguimos cambio y cargados con mochilas de 75lts en las espaldas y otras mochilas de unos 25lts en el frente vimos pasar "ese" bondi que era el inicio de un encadenamiento de medios de transporte que nos dejaría del otro lado del Pacífico. El esfuerzo al pedo por correr de atrás a aquel ómnibus intentando detenerlo, nos dejó mucho más que un dolór de espaldas. Tania parecía colapsar. Todo nuestro plan perfectamente coordinado para poder llegar al lejano este, nuestras expectativas por conocer lo nuevo, la ansiedad por hacer bien las cosas sobre todo en los primeros días de viaje, todo, todo tirado a la mierda por no tener cambio o por haber salido sin tiempo. Cuando sentimos todo el peso de nuestra carga sobre las rodillas, escuchamos los bocinazos de un auto que quien sabe donde intentaba llamar la atención de quien sabe quién. Ese auto a nuestras espaldas intentaba llamarnos la atención a nosotros al grito de: "need a ride?" (necesitan un arrime?). Difícil de creer. Difícil de explicar la alegría que algo así puede causar en un momento así. El tipo resultó ser un, a que no saben qué… mexicano que de regreso a su casa nos vió correr como unos loquitos detrás del ómnibus y enseguida entendió todo. Intentó alcanzar al colectivo, pero viendo que aquello era imposible decidió llevarnos directamente a la estación de autobuses.
Con una sonrisa pintada en los labios con le dimos un precioso cierre a nuestra visita a San Francisco y no preparábamos para "el otro lado del mundo".
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Pato que vivan los mexicanos!!!