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Viaje desde Gonder a Bahir Dar por carretera. Por la mañana desayunamos con Alan, un funcionario inglés jubilado que pasa algunas semanas de febrero viviendo la Abisinia que había soñado desde su adolescencia. Nos cuenta que lo que le fascina de este reino milenario, que ha conservado un cristianismo primitivo y se ha mantenido sin colonizar durante toda su historia. Ahora colabora con la ONG británica link to Etiopía dando clases de ingles en algunas escuelas. Pero con un humor típicamente inglés, confiesa que la principal razón para estar aquí es evitar el invierno londinense. Nos cae tan bien que le invitamos a venir a Sevilla con su mujer de la que cuenta que no le acompaña porque no disfrutaría del nivel higiénico del país.
El viaje a Bahir Dar dura apenas
tres horas en la magnífica y enorme furgoneta que yohannes ha puesto a nuestra disposición. Samuel se trae a un amigo y nosotros nos relajamos en la parte de atrás disfrutando del paisaje y de una carretera asfaltada sin apenas baches.
Conforme nos acercamos a Bahir Dar el paisaje se vuelve mas verde y los campos están más cultivados. Algunos mogotes salpican el horizonte recortando sus perfiles contra el cielo turbio todavía nublado de polvo.
Bahir dar es la capital de la región de Amahra, la Castilla de Etiopía cuyo idioma terminó imponiendose como lengua oficial del imperio. Con sus trescientos mil habitantes se la ve una ciudad pujante, atravesada por un larga avenida paralela al Lago Tana que es el más grande de este país sin mar. Bahir dar significa junto al mar.
Al llegar recorremos la avenida buscando un hotel que nos guste. Vemos el Ghión en el que estuvo reverte pero sus habitaciones están demasiado cutres. El Sommerland cuesta casi el doble (720 birr) sin mejorar en nada al EthioStar que tiene una cama dura y un balcón al lago que nos convence.
Mientras tomamos el almuerzo aparece Samuel con Mistru, que será nuestro guía. El plan de la tarde es visitar las cataratas del Nilo Azul de las que nos advierte que podemos esperar poca agua. Tis Isat, el pueblo donde están las cataratas, está a treinta kilómetros por una pista de tierra llena de baches que atraviesa campos de caña de azúcar, huertos y algunos poblados de casas de adobe y madera donde se ven niños por todas partes. Como todos los caminos de África la calzada está llena de personas que se desplazan de un sitio a otro andando. La imagen que se repite en todas partes es la de un hombre con los brazos apoyados en un palo sobre sus hombros que camina como crucificado.
Al llegar al puesto donde se compran las entradas para visitar las cataratas y se contrata al guía que después correrá delante tuya para que no disfrutes del recorrido con la tranquilidad necesaria. El nuestro por lo menos ayuda a espantar a todos los niños que te ofrecen pañuelos, flautas, calabazas y todo el repertorio de recuerdos que no sirven para nada. Bueno, posiblemente ayuden a procurarle alguna comida caliente a su familia.
Al llegar al puesto los vendedores de recuerdos nos ofrecen su mercancía. Yo veo un gorro de paja como el que vengo buscando desde Axum. Me intereso por ellos pero ninguno me convence y me pongo a charlar con un grupo de parroquianos que en cuanto les respondo que soy español me pregunta si soy del Madrid o del Barsa.
La discusión se anima con todo tipo de argumentos. Los forosfos del Madrid proclaman que este año es mejor y yo contra argumento que ganar no es jugar al fútbol y que es un equipo de hecho a golpe de talonario. No hay fronteras ni idiomas para una discusión que podría darse en la puerta de cualquier Peña. Cuando me reclaman para empezar la discusión una vendedora atenta que ha mis gestos para rechazar los sombreros que me he probado acierta a darme uno justo como el que estaba buscando. 50 Birrs es casi el triple de lo que vale, pero se aprovecha de la urgencia y su buen ojo para colocarmelo. Mientras le pago con la puerta abierta de la furgoneta ya arrancando, acierto a ver el brillo de audacia en sus ojos de quien ha sabido aprovechar su oportunidad.
La tarde es calurosa y el sombrero enseguida me confirma que es el que estaba buscando. Me da un cierto aire de Indiana Jones rural que me hace olvidar el precio pagado. Iniciamos la caminata escogiendo el camino más largo para pasar por el puente de los portugueses construido en el siglo XV cuando después de derrotar al Zurdo y convertirse en la guardia personal del emperador, que "ostentara el cargo", se convirtieron en constructores para ganarse la vida una vez que Fasilides derrocó a su padre Sousino aprovechando la revuelta impulsada por a iglesia ortodoxa por su decisión de convertirse al catolicismo y cambiar el día de descanso para adecuarlo a los mandatos Roma.
En la estación de lluvias, que coincide con nuestro verano, el Nilo Azul que se unirá en Jartúm con el Nilo blanco, aportando más del 80% del Caudal, salta por encima del puente que tiene sistema de troneras para dejar pasar el caudal. Ahora que estamos en plena estación seca, el Nilo azul es solo un riachuelo desgarbado que se estanca en varias pozas.
Además de la sequía, el caudal del río se ha visto afectado por la construcción de una central hidroeléctrica hecha por los yugoeslavos encargada por el actual primer ministro para poder regalar electricidad a Sudán como reconocimiento por lor servicios prestados cuando tuvo que exhilarse en el régimen anterior. Al parecer esta central desviaba el 90% de su caudal pero seguía dejando suficiente agua para abastecer la segundas cataratas más grandes de África después de las del Lago Victoria donde nace el Nilo Blanco.
Ahora además se ha construido una nueva presa algo más arriba del cauce y lo que queda de sus cuatrocientos cincuenta metros de cascada apenas son dos caños de agua que no merecerían el nombre por el se les conoce "Nilo humeante" por la nube de agua que produce los 45 metros de caída.
El calor aprieta y Lourdes cada vez está más sofocada. Seguimos a los guías a distancia hasta que, ya llegando al brazo muerto de la antigua hidroeléctrica donde cogeremos una lancha para pasar al otro lado, pedimos un descanso que terminamos teniendo tumbado en mitad de la nada. Lo único excitante que hemos visto hasta ahora es un puente colgante que se ha construido recientemente por una ONG de un emigrante y que me recuerda mi condición de indiana Jones de campo. Sentado a la sombra de un árbol veo a lo lejos a un agricultor aventar el grano de unos inmenso montones de paja que a la distancia en que me encuentro parecen avanzar solos por el campo.
Cuando cruzamos el brazo muerto nosotros también lo estamos. Menos mal que la furgoneta está esperando. En silencio y derrotados, emprendemos la vuelta dando saltos mientras afuera el sol empieza a ceder y la tarde refresca mientras que los niños salen bulliciosos en tromba de la escuela, la gente vuelve tranquila a casa y uno sienten la pena de los holandeses errantes en las tardes de estío sevillano. El que inventó el turismo estará ardiendo en los infiernos, si de verdad hay dios para castigarnos.
De vuelta al hotel nos duchamos y salimos a cenar a un restaurante local una selección de platos nacionales que nos gustan mucho aunque pican casi tanto.
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