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¡El Fin del Principio!
Después de unos días maravillosos en Loja, mientras que un servicio medical muy competente curó los intestinos de Nick, y los chicos y los caballos comieron muy bien, salimos de Loja. Una vez más estuvimos siguiendo la Ruta Panamericana. Viajamos hacia el oeste a Catamayo, por un alto paso y una pista sinuosa que, de arriba, pareció un laberinto en un libro de rompecabezas de niños. Cuando llegamos a Catamayo, nos dimos cuenta que 1. todo fue muy seco, y 2. no había nada para comer para los caballos. Sin embargo, apareció un ángel. 'Oswaldo' se presentó un una camioneta azul, y nos dirigió hacia el camino a Cariamanga… Se desapareció y pensamos que nada fue mejor que antes - el sol estaba bajando, y no había ningún sitio disponible para quedar. Salió que se había perdido algo en traducción - quince minutes después, encontramos a Oswaldo en el camino, esperándonos. Había encontrado un amigo que alojaría los caballos en su corral, y luego llevó Nick al pueblo para comprar taraija, que a los caballos les encanta. Una noche milagrosamente tranquilo, interrumpió solo por unos fuegos de caña (llamas de 15 metros son angustiosas cuando estás en una carpa muy flamable).
Desde Catamayo andamos hacía el sur, los caballos felices con su desayuno de taraijas por atención de Oswaldo. Fue 45km a Gonzanama, el próximo pueblo, durante que dejamos el valle seco de Catamayo, y subimos a los valles verdes y exuberantes encima de Gonzanama. No pudimos encontrar comida para los caballos en el campo, y estuvimos preocupados cuando llegamos al pueblo sí mismo - todos caminando para que los caballos pudieran descansar. Gracias a Dios conocímos a Francel, que nos dijo que tenia un campo con bastante pasto. Después de experiencias previas estuvimos muy escépticos, pero no tuvimos otra opción, así que seguimos su hijo de diez anos para otro kilómetro, hasta que lleguemos a un campo excelente encima de Gonzanama. Lo mejor fue que fue separado con una valla, así que pudimos dejar los caballos libres por la primera vez en casi un mes. Este fue una tarde perfecta; miramos el sol bajando sobre el pueblo abajo… La próxima mañana, sin embargo, cargamos los caballos sin darse cuenta que la puerta fue demasiada estrecha para el cargo del caballo de carga… recargar un caballo lleva mas de una media hora.
Desde Gonzanama el camino serpenteó hacia el oeste, siguiendo una cresta alta, donde llegamos a Cariamanga - que desapareció en nubes densos y pesados mientras que lo acercamos. Quizás estábamos demasiados optimistas después de dos noches afortunados de alojamiento, pero seguimos a Ángel, quien había llegado en una camioneta y dicho que nos podía ayudar. Fue muy amable de su parte y insistió que tenia un campo… Desafortunadamente, aparte de los árboles de plátano y un poco de caña no había pasto para los caballos. Ángel nos dió amablemente una cena y un desayuno sencillo, y dormimos en su gallinero seco, que fue bien agradecido a pesar del olor. No obstante, salimos temprano la próxima mañana, y esperamos un almuerzo largo con mejor pasto para los caballos.
Gracias a Dios, encontramos bueno pasto para el almuerzo, y al fin alcanzamos Punta de Piedra - la última punta alta antes del descenso a Macara. En la neblina densa estuvimos escépticas de la abundancia de hierba que una señora amable en una tienda dijo que tuviera en su campo - pero ¿pueden saltar los caballos? Preguntó. La aseguramos que no saltarían del campo, y teníamos estacas si fuera necesario… Otra vez, se perdió algo en traducción - ¡los caballos tuvieron que saltar mas de un metro de una orilla a una roca resbalosa para entrar en el campo! Afortunadamente, pareció que los caballos pueden sentir cuando han terminado su día laboral, y estaban felices de saltar al campo, lleno de pasto y un camping seco a la cumbre de la colina. Estamos acostumbrados a la rutina ahora, y en unos pocos minutos teníamos lista una salsa típica de tomates y cebollas en la carpa.
No tuvimos ningún idea de la belleza del paisaje que se ofreció a nuestra vista la próxima mañana. Fue impresionante, incluyendo lo que creemos fue nuestra primera vista de Perú. Sin embargo, luego descubrimos que tres de las herraduras tenían que ser cambiadas. Nick lo hizo lo mejor posible con sacarlas con una escofina y un martillo (maldiciéndose por no haber comprado tenazas en Loja), y pusó las herraduras extras que llevamos. Al fin salimos, una hora y media después. Supimos que teníamos un día largo si queríamos alcanzar a la frontera (¡y un descanso bien merecido!). Fue el mas largo. Dos herraduras mas se pusieron flojas durante el viaje de 45km a Macara, y engullimos el almuerzo, durante que sacamos las herraduras y pusimos las botas. (Nick cree que ha perfeccionado el sándwich de tomate, cebolla y queso esta semana). Seguimos en un valle húmedo, al este de Macara. Después de cuatro horas de lluvia, el derrumbe mas pequeño nos asusto. Finalmente, en el crepúsculo, llegamos a Macara, bien recibidos por Corazón Barriga y su familia. Todo que llevamos fue empapado, y el pasto no fue muy bueno, pero llegamos, y estuvimos muy agradecidos.
Hasta ahora hemos cubierto 687km. ¡Ha sido a veces inolvidable, y a veces insoportable! La gente ha sido buenísima, y hemos estado benditos con el tiempo. Asombrosamente, nuestra predicción de un mes para llegar a la frontera de La Chima fue correcto - quizás cruzaremos la frontera en los próximos días.
Actualización de Ed - esperamos estar reunidos con Ed en Piura, Perú, dentro de una semana. Ha estado en Guayaquil, mientras que cure la pierna; ahora se ha mejorado y debería poder moverla la semana que viene.
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